Nota: Si a lo largo de esta reflexión se encuentran con imágenes que resulten exageradas les quiero aclarar, que no quise recurrir al morbo como un recurso para provocar emociones, sino que las cosas de las que hablo, son cosas reales que pasan acá y ahora.
Arranques de emoción:
¿De qué me sirve ahora comer una riquísima comida si sé que en este mismísimo instante hay más de un niño que esta pasando hambre? ¿Y qué se yo lo que es pasar hambre?
¿De qué me sirve dormir en mi cama calentita si sé que ahora con este frío hay gente que está durmiendo en la calle o en casas hechas de chapa o de cartón?
Al final de todos modos me termina sirviendo. Sí, para estar abrigada, con la panza llena… Hay un dicho que dice panza llena corazón contento. ¿No?
Lo bueno está en que me sirva para colocarme en otra posición frente a los que no pueden estudiar, leer o acceder a herramientas para poder cambiar aunque sea un poco las cosas. Enojarme con la realidad que me tocó, no sé si está mal o bien, lo único que sé es que no es productivo, por eso voy a intentar de aprovecharme de ella.
A veces me pasa que al hablar con personas, generalmente con la gente más grande, me doy cuenta que están como resignados… De pibes tenían miles de ideales y ahora los siguen teniendo, pero pocos lo persiguen.
¿Por qué será? ¿Será que se cansan de intentar de ir para un lado al que ven tan lejano llegar? ¿Seguirán percibiendo la influencia que tenemos cada uno de nosotros sobre la realidad de otros?
¿Estarán intentando de hacer lo que pueden para vivir una vejez tranquila? ¿Qué es una vejez tranquila? ¿De conciencia? ¿De corazón? ¿De comodidad?
La verdad es que son todas preguntas a las que no tengo una respuesta ahora, lo único que sé es que deseo que a mí no me pase!
El mundo tiene tantas personas como realidades y uno a veces esta tan metido en la suya que le cuesta ver al costadito la realidad del de al lado.
Eso nos pasa todo el tiempo cuando no percibimos al otro y entonces el colectivero es un mala onda que nos trata mal. Lo pensamos desde nosotros, pero ¿En algún momento se nos ocurrió pensar que le habrá pasado antes al hombre? ¿Hace cuánto está trabajando? ¿Cuántas señoras lo habrán putiado antes que yo?
Esto nos pasa con lo más pequeño y cercano hasta con lo más lejano y grave.
Seguro que muchos sabemos ¿Pero tenemos en cuenta que en nuestra misma provincia hay gente que vive en casas de chapa con miles de agujeros con el frio que hace? ¿Qué hay niñas de las que nos piden en los semáforos que viven en la calle porque tienen a su papá preso y su mamá de 18 años drogada todo el día?
¿Qué hay niñas que por motivos horribles viven en hogares en los que nadie les da amor? ¿Qué hay tráfico de bebes en Tucumán, Santiago de Estero donde les roban a las madres de bajos recursos a sus bebes para venderlos?
¿Qué hay un grupito de niños de entre 7 y 12 años más o menos en retiro dándose con bolsitas de pasta base durante el día mientras cada uno de nosotros va a su trabajo o facultad o colegio?
¿¿¿Podemos seguir mirando solamente nuestra realidad???
¿A quién echarle la culpa?
Es fácil quejarse cada 4 u 8 años de una persona distinta y decir que los políticos no hacen nada.
Es fácil echarle la culpa al sistema que es una mierda aunque eso sea cierto.
Y nosotros ¿qué? ¿Cuán responsables somos? ¿Tenemos la posibilidad de cambiar algo?
Yo por ahora creo y elijo creer que se está dando un cambio pero que este depende de las ganas y el empeño que le pongamos los que queremos que así sea, porque como me dijo Diego ayer en un viaje de tren: si hay muchos muchos que queremos que las cosas cambien para mejor. ¿Por qué no va a suceder? No sé para donde vamos, pero espero que sea mejor que esto.
Nerina